CINE EN LA PLAZA

Latidos en la Plaza
Por Julieta Fernández
Florencia llegó temprano con su abuela e inauguró los papeles pegados en el piso de la plaza, esbozando los primeros garabatos de la jornada, cuando de repente ya casi no quedaba lugar alrededor de los afiches por la cantidad de amiguitos que se sumaron para pintar. Por suerte, la mamá de Lucia y Gabriela ayudó con una interminable tira de hojas de impresora continua que pronto sirvió de disfraz de princesa, entre otras mil formas que le dieron los chicos.




Vero dibujó un puente, contándonos que en el colegio hablaron sobre el Riachuelo, así el resto se plegó a la consigna y los que sabían escribir reforzaron con palabras las ideas sobre limpiar y no contaminar.

Un rato más tarde llegaron los malabares y el taller de stencil, demasiado tentadores para mirarlos desde afuera, por eso, algunos grandes y adolescentes se alistaron sin problema, mientras esperaban la hora justa para la segunda película que se estaba por proyectar en la Plaza Malvinas Argentinas, Catalinas Sur, La Boca. Pero antes, había que combatir al enemigo que nos acechaba, disparando a todos los concurrentes sin distinción. La resistencia se tornaba difícil, pero por suerte alguien trajo repelente y los mosquitos abandonaron el lugar.


Las palabras de Mario Mazzitelli, quien acompañó el resto de la velada, prologaron la obra que estábamos a punto de ver. Muchos ya habían participado de la primera actividad realizada el 28 de febrero (La próxima Estación, también de Pino Solanas) a cargo de la juventud del PSA en Proyecto Sur que se reúne en sarandí 56; otros acudieron por los comentarios de sus vecinos. Esta vez, ya más audaces, casi todos tuvieron la necesidad de acercarse y dejar sus opiniones en la urna que se habilitó para ello, cerrando así otro constructivo encuentro con el barrio que deja vislumbrar un compromiso mutuo.

Otra situación que se repitió ese sábado fue la emoción de una abuela, que con los ojos llorosos se acercó y nos dijo "Chicos, los felicito. Por favor, cambien a este país. Cámbienlo ustedes que pueden." Seguro que podemos, pero no solos. Necesitamos de la experiencia de esta señora tanto como a Leandro que con sus escasos 9 años, dijo, mientras miraba fijo el papel y sostenía un crayón en una mano, moviendo la otra desde su frente hacia el cielo: “tengo demasiadas ideas”.
Como refleja el documental del cual los más chicos no fueron concientes mientras jugaban, muchos son los que no encuentran espacio donde plasmar grandes ideas, y chiquitas, tampoco. Tenemos tiempo para que Leandro pueda quedarse y trabajar por su país y que no sea uno más de los cerebros a los que no le queda otra que fugarse. Argentina late, escuchémosla.

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